Mi periodo siempre ha sido muy irregular, tan solo conseguía mantenerlo un poco bajo control
gracias a las pastillas anticonceptivas, pero una vez que decidimos
dejarlas…así que como ya os conté, nos lo tomamos con mucha calma. Mi regla no venía cada 28 días como a
la mayoría de las mujeres, venía cada 30, 40, 50….lo cual dificultaba bastante
intentar calcular los días fértiles y la ovulación y como comprenderéis ¡¡no me podía estar haciendo pruebas de
embarazo todos los días!!
Así que un domingo por la noche (lo ideal es con la primera orina de la mañana), sin venir muy a cuento y porque me dio en ese momento me hice un test mientras hablaba con mi
marido y ahí lo dejé en el baño esperando. Llevaba muchos días de retraso, pero
con mis antecedentes no le di más importancia. Pasados los 3 minutos fui a
mirar el resultado y…¡¡había 2 rayitas!!
¡¡Estaba embarazada!! Fui donde mi marido y con cara de susto se lo enseñé,
pero no sabía lo que significaban las 2 rayitas, se lo expliqué y fui corriendo
a por otra prueba para repetírmelo. El
segundo test y el tercero (sí, me lo repetí 3 veces) corroboraban el resultado
del primero, definitivamente ¡¡íbamos a
tener un bebé!!
Estaba en estado de shock, no podía creérmelo, mi marido me
abrazaba y estaba contentísimo, yo no podía casi ni hablar. Claro que era lo
que queríamos y estábamos buscando pero,
una cosa es imaginárselo y otra muy diferente es la realidad. Estaba muy
feliz, pero a la vez un poco asustada, y fui consciente por primera vez, de que a partir de ese momento nuestra vida
iba a cambiar completamente, ya no había marcha atrás, una pequeña personita
estaba creciendo dentro de mi, y en unos meses iba a ser mamá.
Seguimos un rato abrazados y emocionados, lo recuerdo como
si fuera ayer, íbamos a comenzar una nueva etapa en nuestra vida y teníamos
muchas ganas de dar la noticia a todo el mundo (aunque preferimos ser prudentes
y esperar)
¡¡¡Nuestra pequeña ya
estaba en camino!!!
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