Van corriendo los años y vas pasando por diferentes etapas en tu vida, no voy a entrar en
tema laboral, solo hablo de la vida familiar. Nosotros nos fuimos a vivir juntos y todos los conocidos y
no tan conocidos ¿y no os vais a casar? ¿y la boda para cuándo? Un par de añitos después nos casamos. Desde ese mismo momento todo el mundo nos hacia la
misma pregunta ¿los niños para cuándo?
Y nosotros poníamos cara de ¿otra vez
con la misma preguntita? y respondíamos que bufff, que para dentro de unos
añitos, que queríamos disfrutar de nuestra casa, aprovechar para viajar… La gente es muy metete y muy pesadita, harás
las cosas cuando quieras y te apetezca.
Yo reconozco que nunca
he sido muy niñera, no soy de esas chicas que ve a un bebé y va corriendo a
hacerle boberías, ¡qué va!, me siento ridícula y no se ni qué decirles. Además
me daba miedo cogerlos cuando son
muy pequeñitos, me parecía que se iban a romper o que les iba a hacer daño, así
que mejor esperaba a que fueran un poco mas mayorcitos por si acaso. Amigas y
compañeras de trabajo me contaban que aunque no seas nada niñera cuando tienes
tus propios hijos te apasionan TUS NIÑOS,
y les haces mil ñoñadas, ¡qué razón tenían! La cosa es que a pesar de todo,
desde siempre he tenido claro que quería tener hijos, y mi marido también, que le
encantan los críos. A esto hay que añadirle que tenemos 6 sobrinos y otro que
como si lo fuera, que no siempre lo más importante es la sangre, sino el cariño
y la continuidad.
Así que nos plantamos en la treintena y comenzamos a plantearnos aumentar la familia, pero
lo comentábamos así, de pasada, nunca lo terminábamos de hablar en serio. Y es
que te ponías a pensarlo y ¡¡eran tantas responsabilidades que daba un poco de miedito!! No solo hay
que tener en cuenta el niño en si, sino todo lo que ello conlleva: gastos,
conciliar vida laboral con familiar, responsabilidades… y saber que vas a tener
a una pequeña cosita que va a depender totalmente de ti.
He llegado a
la conclusión de que nunca
es el momento 100% perfecto: Siempre se espera a tener un
trabajo estable o más estable, a que las condiciones económicas mejoren, a
cumplir una cierta edad… o a cualquier otra cosa que se nos ocurra, así que en
algún momento había que lanzarse a la piscina.
Lo que tenía clarísimo es que no quería que nos estresáramos
ni nos obsesionáramos con el tema (aunque ya se que a veces es imposible, y que
una cosa es decirlo y otra muy diferente poder hacerlo), así que con mucha
tranquilidad y sin ninguna prisa fuimos pidiendo
cita a la cigüeña.
Aquí empezaba una nueva etapa en nuestra vida, llena de altibajos, sorpresas,
alegrías, preocupaciones… que os iré
contando poco a poco.
¡¡¡Hasta pronto!!!
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