Como ya os he contado en post anteriores, yo (y creo que todas las embarazadas) estaba deseando que llegara la primera ecografía, pero parecía que el tiempo se había parado y no avanzaba ¡¡porque parecía que no llegaba nunca!! Por fin, a las 12 semanas llegó mi cita, y ahí nos presentamos mi marido y yo todos nerviositos a ver por primera vez a nuestro bebé (si de verdad estaba, que yo seguía teniendo mis dudas jejeje).
Me tumbé en la camilla y me pusieron de tal forma que pudiera ver la pantalla del ecógrafo, me echaron el gel y… ¡¡¡voila!!!¡¡¡ Allí estaba una mancha borrosa como el codificado de canal plus!!! Porque no nos engañemos, con el paso del tiempo te acostumbras a ir viendo ecografías e incluso diferencias las partes de tu bebé, pero al principio!!! NOOOO. Nos quedamos como tontos mirando la pantalla sin distinguir nada, hasta que la doctora nos fue explicando qué era cada cosa. Y resultó que era verdad, allí estaba!!! todavía era una cosita muy chiquitina pero con su cabecita, piernitas y bracitos, moviéndose y con un minicorazoncito que latía a toda prisa. Y sólo había uno, dato también importante.
Este fue un momento muy emocionante que recordaré toda mi vida, había una lentejita creciendo dentro de mi.
No me pudieron decir todavía el sexo del bebé porque no se distinguía bien, y la verdad es que me dieron una foto en la que tenías que echarle mucha imaginación al asunto, pero se la fui enseñando con mucha ilusión a mi familia y amigos cercanos, que eran los únicos que todavía sabían la noticia.
Ya tenía la primera foto de mi niña!!!
0 comentarios:
Publicar un comentario