Igual hay gente que le da poca importancia a la elección del nombre para su hijo, pero a mi me parecía una cosa muy importante. Un nombre te marca para toda la vida, aunque yo no creo que vaya a marcar el destino, el carácter o que defina a una persona, es decir, que si se llama fulanito va a ser sensible y que si se llama menganito va a ser valiente, pues no.
Los requisitos que buscábamos, además de que nos gustara, ¡¡claro!! era que fuera corto, que no tuviera diminutivos, que fuera fácil de pronunciar, y que no tuviera ningún significado que no nos gustara.
Ya os he contado que al principio del embarazo me puse a hacer listas como una loca, y una de las que tenía hechas era la de nombres de niña (después de horas y horas buscando nombres por la red) Así que cuando supimos que iba a ser una niña, cogí esa lista que había hecho con antelación y me di cuenta de que algunos de ellos ya no me gustaban para mi pequeña, o ya no tanto como antes. No me veía llamándola por esos nombres, así que la criba me dejó solo entre 2 de ellos. Mi marido y yo lo hablamos y nos costó un poco ponernos de acuerdo porque cada uno quería uno diferente, aunque como finalmente me salí con la mía, si en algún momento anuncia su llegada una hermanita para mi niña, ese será el primer nombre a tener en cuenta, lo guardaremos en la recamara.
A partir de que nos decidimos, y que fue definitivo, ya comenzamos a llamarla así estando en la tripa, intentando imaginar como sería llamarla unos meses después cuando reconociera su nombre
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